
ESPIRITUALIDAD PSICODÉLICA
La posibilidad de tener experiencias místicas mediante la ingesta de substancias en lugar de pasar años de tribulaciones, excusas, oraciones y meditación era repugnante, no sólo para muchos investigadores, sino para algunos eruditos religiosos y sacerdotes conservadores.
Preámbulo
Intelectualmente sabía quebuscaba el amor, lo divino o la presencia de Dios, porque es algo que siempre se dice y se repite no sólo en todos los textos clásicos de espiritualidad, sino en todos los de las llamadas corrientes de “superación personal” y “new age”.
Pero no lo comprendí hasta el glorioso día en que experimenté el AMOR en la verdadera magnitud de su incondicionalidad e ilimitación durante mi segunda sesión de ayahuasca. En esa ocasión escribí:
Comencé a llorar de felicidad como no recuerdo haberlo hecho nunca. De pronto tuve la certeza de que eso era tener abierto el chakra 4. Supe que la luz me había hecho el tremendo regalo de abrírmelo gratis, sin que yo tuviese que vivir para servir a costa de mi propia felicidad, como me decía Omar, ni trabajar como voluntaria en Kosovo o en horfanatorios indúes al estilo de la Madre Teresa, como me sugería Brenda para que al fin, después de años de mucho sufrimiento y trabajo voluntario entre la más abyecta pobreza, tristeza y desesperanza, lograra sentir compasión y comenzara a experimentar finalmente lo que es el amor por toda la humanidad. Sentí que esas eran vías muy loables y valiosas, pero no eran las únicas. Vi que el amor era tan, pero tan ABSOLUTAMENTE INCONDICIONAL que era capaz de otorgar esa clase de regalos tan enormes como una apertura automática y gratuita del corazón a cualquiera y en un segundo, sin pensarlo, sin pedir, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡SIN ESPERAR ABSOLUTAMENTE NADA A CAMBIO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! […] Además, supe que esta otra vía también era válida, pero además era más rápida y más divertida. Me sentía tan ilimitadamente llena de amor, que estaba segura de poder curar y servir voluntariamente a todo el mundo ¡pero sin sufrir, sin esforzarme en lo más mínimo! por el contrario, ¡disfrutando el servicio! DISFRUTAR y SERVIR habían sido para mí términos poco menos que auto excluyentes, ¡y de repente parecían poco menos que hermanos gemelos! (Ir al relato completo)
Entonces me di cuenta de hasta qué punto no entendía nada, ni sabía en realidad qué era lo que andaba buscando tan desordenada y desesperadamente. Y esta primera experiencia me ha dado un marco de referencia invaluable y un parámetro inequívoco a través de los cuales he podido orientar la búsqueda de su presencia constante en mi vida cotidiana. Eso es para mí el camino espiritual ahora: aprender a vivir en AMOR las 24 horas del día, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia.
Pero como aún no lo logro y hay muchas veces que me asaltan los temores y las dudas, incluso en algún momento llegué a cuestionarme si lo que viví en esa y otras sesiones gloriosas era válido y útilo o no. Sobre todo me inquietaba mucho saber cuál era la diferencia entre una experiencia mística con drogas y una experiencia sin ellas porque pensaba que a lo mejor las espontáneas eran más largas o podían convertirse en permanentes y lograr los cambios inmediatos y radicales demandados por mi inexperiencia y mis altas expectativas. Así es que investigué en distintos libros, consulté con algunas personas que saben del tema y me empeñé en averiguarlo por mi propia cuenta.
He tomado tres cursos intensivos de meditación con la técnica Vipassana, pero por supuesto necesitas años por esta vía, así es que en lo que llevo como meditadora aún no he tenido acceso a ninguna experiencia mística. Lo que sí he comprobado es que una cosa no excluye la otra, sino por el contrario. Encuentro que la meditación complementa y apoya exponencialmente cualquier experiencia psicoactiva y cualquier otra cosa en tu vida porque una mente serena es una bendición invaluable.
El que busca encuentra, dice un refrán y gracias a Dios he tenido la enorme oportunidad y el grandioso regalo de tener una experiencia mística espontánea.
Un bendito día estando de visita en la ciudad de Barcelona fui a conocer el parque Güel y caminando entre los árboles, sin haber tomado ningún tipo de sustancia, de pronto me encontré desbordada por la misma intensidad de amor que había experimentado antes con la ayahuasca. ¡Sin ningún aviso previo, sin ninguna convocatoria por mi parte y sin esperarlo siquiera! Simplemente llegó y me arrebató la misma ola de amor totalmente incluyente e incondicional en el que todo cobra sentido, en donde no hay nada qué entender porque todo se experimenta como perfecto, divino, trascendente. Y era exactamente igual que lo que ya había vivido antes… Sin embargo fue más breve. Como máximo duró quince o veinte gloriosos minutos, pero fueron suficientes para contestar a mis preguntas. ¡Gracias Dios!
Pude comprobar que la experiencia mística es un cambio en la química de nuestro organismo que puede ser propiciado mediante la ingestión voluntaria de ciertas sustancias psicoactivas o por causas que aún nos resultan desconocidas y llamamos espontáneas. Supongo que este cambio en nuestra química orgánica se debe a alguna orden glandular que da la señal de producir, liberar o metabolizar algún o algunos neurotransmisores u hormonas que nos permiten acceder a estados de nuestra conciencia que normalmente no son los habituales, pero ¿cómo se desencadena esa orden, cómo lograr estos cambios a voluntad y duraderamente?
Tiempo después de esta vivencia espontánea leí un libro del psicólogo Richard Yensen (19) en el que mencionaba que a veces, ante la repetición de determinados estímulos que estuvieron presentes en una sesión con psiquedélicos, como puede ser determinada música, algunos de sus pacientes lograban «ponerse en la misma frecuencia», por así decirlo y experimentar de nuevo los efectos, sin haber consumido de nuevo la sustancia. Y también está la cuestión del llamado «efecto placebo» en el que se le hace creer a una persona que una píldora que contiene azúcar o alguna cosa inocua es un psicoactivo determinado y esta persona experimenta los efectos propios del psicoactivo que cree haber tomado.
Así es que tanto un estímulo sensorial como una creencia pueden desencadenar una orden glandular cuyas señales eléctricas cambien nuestra química y con ello nuestro estado de conciencia siempre y cuando tengamos un referente de ese cambio, o sea, un recuerdo del mismo registrado en nuestra memoria… ¡Fascinante!
De esto trata este apartado de Espiritualidad que comienza con la recopilación de algunas citas que vinculan estas cuestiones y termina con un apartado dedicado a analizar las coincidencias entre experiencias místicas con y sin psicoactivos.
Nexos entre chamanismo, espiritualidad, psicología y psicoactivos |
Según Josep María Fericla:
Antropólogo y terapeuta experto en chamanismo y enteógenos
Cuando tomas ayahuasca o peyote, al acabar la experiencia, ya no estás igual que antes, descubres cosas de ti mismo y del exterior. Por eso estas sustancias tienen la capacidad de generar una cultura a su alrededor… El constructivismo es una teoría muy elaborada que nace precisamente de la deconstrucción del ego que produce el consumo de enteógenos. Si no fuera por estas sustancias, en el ámbito de la psicología, probablemente estaríamos todavía sujetos a psicoterapias no tan eficaces como la Gestalt, sino a terapias más rígidas y dogmáticas…
Claro que son un atajo. Estas sustancias lo que fundamentalmente hacen es abrir el inconciente. Por esos las metáforas son importantes para poder elaborar la experiencia, ya que en el inconciente no hay nada más que pulsiones, imágenes arquetípicas o emociones bloqueadas. Estas imágenes arquetípicas parece que probablemente sean heredadas. De la misma manera que hay herencias biológicas, tenemos estas herencias de índole psicológico en forma de imágenes. Hay determinados arquetipos que aparecen en culturas muy lejanas y que además son entendidos de la misma manera…
Necesitamos dar sentido a esas visiones y conocer el inconciente, dando forma a todo este material que aparece tanto en los sueños como bajo efecto de los enteógenos. Sin esta integración, la mayoría de la gente que los toma, al carecer de los instrumentos necesarios, se queda con la experiencia emocional de haberlos tomado sin ser capaces de entender lo que se ha estado moviendo dentro de ellos. Así no cabe hablar de enriquecimiento alguno que la experiencia pueda propiciar… Abrir el inconciente y confrontarlo con lo que pasa por tu conciencia es un proceso de adaptación fantástico, por eso yo creo que a estas sustancias se las debería llamar adaptógenos. (20)
Según Stanislav Grof:
Co-fundador de la Psicología Transpersonal
La espiritualid es algo que caracteriza la relación de un individuo con el universo, con lo Divino y no requiere necesariamente una estructura formal, un ritual colectivo o la mediación de un sacerdote…
Lo Divino se manifestó y me atrapó en un laboratorio moderno en medio de un serio experimento científico llevado a cabo en un país comunista con [LSD] una substancia producida en el tubo de ensayo de un químico del siglo XX… Salí de la experiencia tocado en mi núcleo más íntimo y muy impresionado por su poder. Como en esa época no creía, como ahora, que el potencial para una experiencia mística es un derecho natural de todos los seres humanos, lo atribuí todo al efecto de la droga…
Actualmente creo que la conciencia y la psique humana son mucho más que un producto accidental de los procesos fisiológicos del cerebro; son reflejo de la inteligencia cósmica que impregna toda la creación. No somos simplemente máquinas biológicas y animales muy evolucionados, sino también campos de conciencia sin límites que trascienden el tiempo y el espacio. En dicho contexto, la espiritualidad es una dimensión importante de la existencia, y ser conciente de este hecho es algo deseable en la vida humana. (6)
Según Alex Shulguin:
Químico, diseñador e investigador de drogas psicoactivas
La espiritualid significa para mí tratar de contestar las preguntas esenciales del ser humano: quiénes somos, qué estamos haciendo aquí, por qué estamos aquí, por qué somos de la forma que somos, por qué hacemos las cosas que hacemos, como especie…
Las drogas no son el único camino [para contestar estas preguntas] pero siento que son el más rápido, pues ofrecen la posibilidad de hacer aflorar intuiciones y percepciones más rápidamente y debido a la intensidad del conocimiento directo al que nos permiten acceder, provocan cambios más radicales. Lo cual las hacen muy valiosas cuado la persona que las usa sabe lo que está haciendo. (13)
Según Asunción Fernández
Profesora de Historia de la Medicina en la Universidad de Zaragoza
El LSD se usó con fines terapéuticos. Se utilizó con dos métodos: uno de tipo psicolítico, en el cual se administraban pequeñas dosis que aumentaban a lo largo de un año, con el fin de romper los bloqueos emocionales de la memoria y permitir así acortar el curso del psicoanálisis; el otro método era de tipo psicodélico, y en él se administraba sólo una gran dosis, en una o dos sesiones, lo que causaba un considerable cambio en la conducta del paciente. Este último método se utilizó fundamentalmente en el tratamiento de los alcohólicos y en diversos estados de ansiedad, facilitando también la psicoterapia. En ambos casos, la administración de LSD era sólo una parte del tratamiento y en los trabajos que se publicaron se insistía en que, sin psicoterapia y rehabilitación, el tratamiento con LSD no tenía valor. También en alguna ocasión se utilizó en el tratamiento del autismo con resultados positivos, pero sus usos terapéuticos fueron decayendo a causa de la extensión de su consumo en círculos no médicos. (5)
Según Richard Yensenn
Terapeuta impulsor de la Medicina Psiquedélica
El pensamiento contemporáneo acerca de los enteógenos carece de claridad a causa de que la compleja sociedad tecnológica en la que vivimoe ha abandonado modos de pensar acerca del mundo que permiten a otras culturas aceptar dichas substancias como sagradas o divinas. En un sentido muy real, la sociedad occidental ha perdido su espíritu. El punto de vista tecnológicamente orientado, pseudocientífico y materialista, que mantenemos ha dejado de estar animado por los espíritus, pero existen esperanzas de llenar estas lagunas si somos capaces de aprender de culturas que, a lo largo de la historia, han sido capaces de utilizar con éxito los enteógenos. Estas culturas otorgan un papel sagrado a las substancias. Esta percepción de los psiquedélicos es realmente muy razonable cuando consideramos la universalidad delas experiencias místico-religiosas que pueden producir. Una substancia que puede facilitar un conocimiento interior personal sobre la dimesnión más significativa de la existencia, es evidente que cumple con todos los requisitos para disfrutar de un estatus de sagado. (19)
Según Huston Smith
Filósofo e historiador, considerado una autoridad mundial en la historia y filosofía de las religiones comparadas.
Las drogas inducen experiencais que no se pueden diferenciar de las religiosas; lo que ya no es tan evidente es que puedan conducir a vidas religiosas…
Incluso el Budha continuó meditando. Sin joriki, el poder particular desarrollado a través del zazen [meditación], la visión de unidad alcanzada en la iluminación, con el tiempo se nubla y al final se desvanece en un agradable recuerdo, en lugar de permanecer como una realidad omnipresente que da fuerza a nuestra vida diaria. Para poder vivir de acuerdo con lo que ha revelado el ojo de la mente mediante el satori se requiere, al igual que la purificación del carácter y el desarrollo de la personalidad, un periodo de maduración…
La conclusión a la que las pruebas parecen apuntar actualmente es que en verdad es posible que las substancias químicas favorezcan la vida religiosa, pero sólo cuando se tomen dentro de un contexto de fe (convicción de que lo que revelan es cierto) y disciplina (ejercicio de la voluntad hacia la consecusión de lo que las revelaciones nos piden). (21)
Según Albert Hofmann
Albert Hofmann, el descubridor de la LSD, tuvo una experiencia extática siendo joven y esto le proporcionó la certeza íntima y absoluta de la autenticidad del uso de sustancias psicoactivas para alcanzar los mismos estados.

En su esclarecedor libro Mundo interior, mundo exterior, aborda el tema de la realidad material y la realidad del espíritu, declarándose incapaz de superar el dualismo. Discute tammbién nuestras ideas erróneas de tácita aceptación social, como que el hombre es el dueño de la naturaleza y puede hacer lo que le plazca con ella y todas las ideas que nos impiden apreciar la unidad esencial de la Vida que hoy nos tienen sumidos en una crisis profunda y potencialmente destructiva si no cambiamos de dirección.
En su opinión, este cambio puede traerlo la experiencia mística que tiene la fuerza suficiente para conmovernos y darnos impulso para modificar nuestra realidad.
Y para alcanzar la experiencia mística propone dos medios: la meditación en cualquiera de sus muchas técnicas probadas por el hombre a lo largo de su búsqueda, o la alteración química de la conciencia. Ambas vías le parecen a Hofmann útiles y positivas, y asegura que pueden ser complementarias.
Hofmann elaboró la teoría de la enteogénesis: la idea de que la experiencia del aspecto Divino del Ser, como lo llama él, puede ser experimentado al cambiar la configuración química del cerebro. Hofmann tiene la visión del cerebro como un sintonizador de la realidad que puede captar varios canales de diferentes realidades y la experiencia de unidad con la Divinidad es uno de esos canales.
Interrogado alguna vez sobre cómo concebía el uso provechosos de los enteógenos, respondió que se imaginaba lugares en que, después de una cuidadosa selección, las personas vivían el trance asistidas por otros psiconautas con experiencia.
Según Christina y Stanislav Grof
Otro ejemplo de contrastes entre experiencias místicas químicamente inducidas y espontáneas lo constituye la mancuerna de los esposos Christina y Stanislav Grof.
Stanislav es un psiquiatra cuyo despertar espiritual estuvo marcado por sus primeras experiencias con LSD. Y su esposa Christina no necesitó consumir ningún tipo de psicoactivo para experimentar de manera espontánea muchas de las cosas que Stanislav ya había vivido. De hecho ella comprendió que eran naturales cuando leyó Realms of the human unconscious, el primer libro del quien más tarde sería su terapeuta y luego su esposo.

Diez años después, escribieron juntos La tormentosa búsqueda del Ser. Ambos aseguran en sus páginas que la conciencia y la psique humana son reflejo de la inteligencia cósmica que impregna toda la creación, que los seres humanos somos campos de conciencia sin límites que trascienden el tiempo y el espacio, y en dicho contexto, la espiritualidad es una coordenada imprescindible para referirse a este tipo de experiencias.
En la segunda parte de este apartado dedicado a la espiritualidad se resumen con más detalle las experiencias de los Grof. Ahora quiero referirme a un encuentro de talentos que deja fuera de dicusión la controversia entre experiencias místicas de corte químico y de tipo natural.
Según Sidnay Cohen y Richard Alpert
En 1966, durante los años más algidos de controversia social respecto al uso de los psiquedélicos y su inminente prohibición, la New American Library editó LSD, un libro profusamente ilustrado con las excelentes fotografías de Lawrence Schiler y un interesante debate entre Sidney Cohen, un psiquiatra que trabajaba para un hospital psiquiátrico del Estado en Los Angeles y Richard Alpert, uno de los pioneros del estudio con psiquedélicos que en ese entonces aún era profesor de psicología en la universidad de Harvard.

Entre la asombrosa colección de fotografías de usuarios de LSD durante sus experiencias, ambos hombres, considerados como autoridades en la materia, contestan por separado preguntas controversiales como las siguientes:
¿La libertad de tomar LSD es un derecho inalienable de todo hombre? ¿Quién debe tomar LSD? ¿Quién debe administrar LSD? ¿Por qué se ha sugerido que hay un enlace entre las experiencias místicas y las experiencias con LSD? y ¿Cuáles serían las implicaciones para la religión si es posible tener una experiencia química religiosa? (1)
Básicamente Cohen dice que el derecho a dañarse a uno mismo no es aceptable en ninguna sociedad moderna y con la LSD se corre el riesgo de tener horribles experiencias que pueden desequilibrar mentalmente a un individuo impreparado, así es que no todas las personas deben tomar LSD, si no es bajo la supervisión de un psiquiatra o psicólogo especializado y bajo determinadas condiciones. El «candidato ideal» para tener una experiencia de este tipo es para Cohen: «alguien maduro, inteligente, estable, que se conoce y acepta suficientemente bien a sí mismo, y cuya vida haya sido una clase de preparación para esta experiencia. Con esto quiero decir que haya sobrevivido derrotas, frustraciones, y pérdidas y que haya aprendido de ellas. Los problemas serios no son necesariamente una contraindicación.» (1)
Richad Alpert por su parte, declara en este libro que el derecho a tomar LSD es una liberatad inalienable de cualquier ser humano, que cualquiera que desee tomarla está en condiciones de hacerlo porque incluso de los malos viajes se aprende bastante, y que nadie debiera tener la prerrogativa de administrarla a otro porque eso mina la misma libertad. Para él pues, no debiera de preguntarse quién debe tomar la LSD, sino con quién tomarla y sugiere que te plantees 4 preguntas que debes contestar con un rotundo sí para elegir a un compañero de experiencia: «1. ¿Puedo confiar en esta persona? Y si es así, ¿está dispuesta a ser totalmente colaborativa conmigo? 2. ¿Es alguien con quein quierea compartir una experiencia psiquedélica? 3. ¿Puedo tener suficiente apoyo con esta persona como para establecer un contacto verbal explícito acerca del viaje? y 4. ¿Esta persona está entrando a la sesión de una forma voluntaria y suficientemente bien informada?» (1)
En relación con la pregunta de «¿Por qué se ha sugerido que hay un enlace entre las experiencias místicas y las experiencias con LSD?» Alpert simplemente dice:
Sé tú el juez.
Aquí abajo hay siete reportes de experiencias. Tres de ellos son citas de reportes de personas que han ingerido un psiquedélico químico, y los otros cuatro son descripciones o discusiones de experiencias místicas no inducidas químicamente. Anora el número que aparece junto a las declaraciones que creas que son producidas por el uso de la LSD. Encontrarás las respuestas correctas [al final].
1. Si este sentido de significado se fuera, moriría porque es todo lo que me queda. En este negro vacío sólo estaba yo, oré aceptando esta muerte. Dios caminaba hacia mí y yo lloraba de gozo. Mi propia voz parecía hablar de Su llegada, pero no lo creí. De pronto un cenit totalmente inesperado del vacío fue levantado con la cegadora presencia del Uno. ¿Cómo lo supe? Todo lo que puedo decir es que no había posibilidad de duda. Por abajo de mi, por arriba, el Uno. De repente, la luz de arriba se enfocó hacia mí, abajo. Entonces supe que sólo había Dios…
2. Continué mirando las flores, y en su luz viviente parecía detectar el equivalente cualitativo de la respiración -pero una respiración sin retorno al punto de comienzo, sin contracciones recurrentes, sino sólo un flujo repetido de belleza a una belleza todavía mayor, de un significado profundo a uno todavía más profundo. Palabras como «gracia» y «transfiguración» vinieron a mi mente y esto, claro, fue lo que entre otras cosas ellos perseguían. Mis ojos viajaron de la rosa al clavel, y a la ligera incandescencia a los suaves tonos del silencioso amatista que era el iris. La Visión Beatífica, Sat Chit Ananda, la Beatitud de Ser-Consciente, por primera vez lo entendí…
3. …un ojo se abre para discernir varios objetos intelectuales incomprendidos por la sensación; sólo eso… la vista es iluminada por una luz que descubre cosas ocultas y objetos que el intelecto falla en alcanzar… Es como una percepción inmediata, como si uno hubiera tocado los objetos con la mano.
4. Recibimos este conocimiento místico de Dios sin ser arropado en ninguna clase de imagen, en ninguna clase de las representaciones sensibles que nuestra mente nos hace usar en otras circunstancias. De acuerdo a este conocimiento, ya que los sentidos y la imaginación no se emplean, no obtenemos ninguna impresión, ni podemos dar ningún recuento o rescatar ningún parecido. La misteriosa y dulce sabiduría viene tan claramente a casa, a las partes más íntimas del alma… Imagínate a un hombre viendo alguna clase de cosa por primera vez en su vida. Puede entenderla, usarla y disfrutarla, pero no puede aplicarle ningún nombre, ni comunicar ninguna idea con respecto a ella, aún cuando mientras tanto fue mera cosa de los sentidos. Imagina ahora qué tan grande sería la magnitud de su poderío cuando va más allá de los sentidos, internos y externos, e impone silencio sobre ellos… El alma se siente entonces como si fuese puesta en una profunda y vasta soledad, que entre más solitaria es más deliciosa. Allí, en los abismos de la sabiduría, el alma crece por lo que bebe en forma de abundantes primaveras de comprensión del amor… y reconoce, no importa que tan sublimes y eruditos puedan ser los términos que empleemos, que viles, insignificantes e imporpios son cuando buscamos hablar de las cosas divinas por estos medios.
5. Tenía la noción de «esto es -este es el momento de la verdad. Sé que todo reside en esto -completa armonía y éxtasis…» Habíamos llegado; habíamos sido unificados con el fundamento del ser. Ya habíamos sido transfigurados -muertos, y al mismo tiempo tan intensamente vivos como nunca antes. Experimenté una sensación de iniciación y participación en un gran misterio -todo se torno conocido y sabido. Me sentí omnipotente y envestido de poderes suprahumanos, divinos.
6. …hasta que de pronto, como si estuviera fuera de la intensidad de la conciencia de la individualidad, la individualidad misma parecía disolverse y desaparecer en el ser sin límites, y no era un estado confuso si no el más claro, el más seguro de lo seguro, mucho más allá de las palabras -donde la muerte era una imposibilidad que causaba risa- la pérdida de personalidad (si eso fue) no parecía la extinsión, sino la verdad de la vida. Estoy avergonzado de esta lamentable descripción. ¿No he dicho que el estado está más allá de las palabras?
7. …Todo a la vez, sin ninguna advertencia de ningún tipo. Me encontré a mi mismo abrigado en una nube color flama. Por un instante pensé en fuego… al siguiente, sabía que el fuego estaba dentro de mí. Directamente después de esto vino a mí un sentido de exultación, de inmensa alegría seguida de una iluminación intelectual imposible de describir. Entre otras cosas, no sólo llegue a creer sino a ver que el universo no estaba compuesto de materia muerta, sino al contrario, de una Presencia viva; cobré consciencia de mí mismo como una vida eterna… Vi que todos los hombres son inmortales; que el orden cósmico es tal que sin ningún percance todas las cosas trabajan juntas para el bien de cada una y todas ellas; que el principio fundador del mundo… es lo que llamamos amor, y que la felicidad de cada uno y del todo es a largo plazo absolutamente cierta. (1)
Respuestas:
1. (SÍ) Reporte de LSD de Wilson Van Dusen, Ph. D. Jefe de Psicología Clínica de Hospital estatal Medocino de California, en R. G. Jordan Jr., «LSD and Mystical Experience» [«LSD y experiencia mística»], Bible & Religion, April, 1963, p.119.
2. (Sí) Descripción de una experiencia con mezcalina. Aldous Huxley, Doors of perception [Las puertas de la percepción], New York; Harper Colophon Books, 1963, p.18.
3. Al-Gazzali, filósofo y teólogo persa del siglo XVII, citado en William James, The varieties of Religious Experience [Las variedades de la experiencia religiosa], New American Library, 1958, p. 311.
4. San Juan de la Cruz, La noche oscura del alma, Libro II, capítulo XVII, citado en James, op.cit., pp. 312-313.
5. (SÍ) Sujeto # 142, Proyecto de Pscilocibina de Harvard, enero de 1962.
6. Alfred Tennyson, carta a Benjamin Paul Blood, en Tyndal, Memorias de Alfred Tennyson, II, citado en James, Ibid., p. 295. Las palabras inmediatamente precedentes a la cita son las siguientes: «Esto vino al repetir mi propio nombre a mí mismo en silencio…»
7. R. M. Bucke, Cosmic Counsciousnes [Conciencia Cósmica], citado en James, Ibid., pp.306-307. (1)
Para responder a la misma pregunta de «¿Por qué se ha sugerido que hay un enlace entre las experiencias místicas y las experiencias con LSD?» Sidney Cohen acepta por su parte que es posible tener experiencias místicas con la LSD, aunque se encarga de hacer incapié en que no todas lo son y en que, para considerarse como experiencias útiles, debieran estar seguidas por una profunda transformación en la vida del individuo.
Ciertamente hay fenómenos comúnes en casi todas las experiencias místicas. Éstos incluyen: una pérdida del ego y un sentimiento de unicidad con el universo; una disolución de la orientación del tiempo y el espacio, una sensación numinosa de estar despierto, de asombro o poder, junto con sentimientos de éxtasis, amor y beatitud. La experiencia es indescriptible con palabras, lo que en condiciones ordinarias son paradojas se resuelven, emerge una sensación de iluminación acerca de la naturaleza de la existencia, y se tiene una visión de una luz extraordinaria y bella o se ve alguna figura visionaria.
El evento místico es potente y puede transformar la vida de una persona, de los que se hallan a su alrededor y de su cultura. Muy a menudo estos cambios son benéficos; la persona termina con patrones perniciosos de comportamiento. El nacimiento de las mayores religiones del mundo está íntimamente asociado con una o más experiencias místicas. En otras instancias puede ser que no ocurran cambios duraderos, o que se retengan sentimientos de omnisciencia o creencias inapropiadas.
Muchas de las características del estado místico se han encontrado durante ciertas experiencias con LSD. Existen diferencias, pero son de grado, no de clase. Las diferencias en las experiencias totales de vida de la persona que atraviesa por esta profunda experiencia determinarán si habrá una transformación duradera y valiosa […] En importante decir que la mayoría de las experiencias con LSD de euforia, hebefrenia, lapsos de auto-conciencia acompañados por delicias perceptivas y extravagazas sensoriales, no tienen ninguna relación con la experiencia mística. Estos son «viajes» en dirección opuesta a lo místico. (1)
A manera de conclusión, Cohen advierte que si bien es posible tener experiencias místicas con la LSD, también es posible que dichas experiencias no sirvan de nada a las personas impreparadas o que incluso les causen daño al sentirse culpables por haber asistido a revelaciones y no poder cambiar su vida después de ellas:
Hay que mencionar algunas diferencias con la autotrascendenia alcanzada con LSD. El hecho de que un químico ha evocado los sentimientos de inmanencia disminuye su valor en la mente de muchas personas. La experiencia con LSD ordinariamente dura más […] La mayor diferencia radica en la preparación del individuo para este trascendente episodio. La auto-trascendencia espontánea tiende a ocurrir a aquellos que han pasado décadas luchando con los conflictos de su vida o que han sudado para alcanzar deliberadamente el estado. Hoy en día la LSD a menudo es tomada por individuos que han huido de sus conflictos, y a quienes les ha faltado la perseverancia necesaria para seguir los ejercicios que la pueden inducir. Una experiencia trascendental puede ser un evento insignificante para el impreparado. Para el preparado puede ser una oportunidad. […] He conocido a varios alcohólicos que han dejado de beber durante años después de una sola exposición a la LSD y a un alcohólico que ha ayudado a cientos de drogadictos a mantenerse «limpios» fundando Synanon.
La expereincia trascendental espontánea es impresionante como experiencia pero el pago resulta de lo que viene después. Si ayuda a solucionar problemas, si conduce a un sistema de vida más efectivo, más constructivo, bien. Los ejemplos de personas que han reconstruido sus vidas y su cultura como resultados de una súbita experiencia de conversión son bien conocidos. Si no conduce a cambios estructurales de vida, no ha hecho nada. De hecho es bien sabido que añade mayor malestar y culpa a aquellos ya de por sí sobrecargados, pues han «visto la luz» y han fallado en alterar su curso vital. (1)
Según Alejandro Jodorowsky:
Poeta, tarotista, cineasta y terapeuta, descubridor de la psicomagia
Gurdjieff decía que las drogas son para eso: tú estás en el sótano de un edificio y la droga te hace subir a la terraza de golpe. Estás en el garage y te hace saltar cincuenta pisos. Ves todo el horizonte, toda la ciudad, y cuando vuelves, te das cuenta de que para llegar de nuevo arriba tienes que trepar todos los pisos tú solo, sin drogas... En mi caso necesité tomarlas en un momento dado, hacia los 40 años… La consecuencia es que me abrió la mente y me sirvió para demostrarme hasta dónde podía llegar…Yo creo que estas experiencias no deben hacerse por espíritu festivo, tampoco solo ni en compañía de alguien que no haya alcanzado un alto nivel de conciencia… (22)
Según Huston Smith
Por último, deseo mencionar aquí el conclusivo trabajo de Huston Smith contenido en las páginas de la colección de ensayos que conforman La percepción divina, «el significado religioso de las substancias enteógenas».

Smith, profesor de filosofía de las religiones comparadas en Berkeley y en el MIT, también es el célebre autor de Las religiones del mundo del cual se han vendido dos millones de ejemplares en todo el planeta, y está considerado como una autoridad mundial en este campo. Su iniciación en la exploración de los enteógenos tuvo lugar en 1961, precisamente dentro del marco de los trabajos de investigación de Timothy Leary, entonces todavía auspiciados por la universiadad de Harvard en el Centro para la Investigación de la Personalidad.
En el reporte escrito que el profesor Huston Smith tuvo que entregar al centro tras su primera experiencia con mezcalina, explicó que dados sus estudios previos acerca de las teorías y los textos sagrados de las diversas religiones, pudo calificar lo que experimentó bajo los efectos de este alcaloide como «metafísica empírica»:
La noción de Bergson de que el cerebro es como una válvula reduccionista me parecía muy exacta. Además de la expresión «prisma psicológico», se me ocurrió otra: metafísica empírica. La teoría de la emanación de Plotinio y el Vedanta, su homóloga más detallada, hasta entonces sólo habían sido teorías conceptuales para mí. En aquel momento las estaba viendo, con sus bandas descendentes presentándose adelante de mí. Me hacía gracia pensar lo embaucadores que habían sido los historiadores de la filosofía al alegar que los que habían originado tales puntos de vista eran genios especulativos. De haber tenido experiencias como la mía […] no hubieran necesitado más que ser simples informadores. (21)
El profesor Smith, cuya tendencia mística natural no se reduce al estudio teórico, sino a la puesta en práctica de los principios comunes de las teorías religiosas en beneficio de la humanidad, también asegura que practicando la meditación, nunca ha tenido una experiencia de tipo místico:
Swami Stprakashananda me inició en la meditación y durante veinte años -diez en el Vedanta y diez en el Zen- fue mi principal práctica espiritual. Aunque he de confesar que con resultados decepcionantes, no me arrepiento de esos años y continúo meditando todos los días, pero me sirve más para reforzar la trayectoria de mi vida y para devolverme al aquí y ahora que para proporcionarme visiones místicas y estados de conciencia alterados. (21)
Smith, como todos los investigadores de las sustancias psicoactivas, sostiene que no existe una conexión directa entre los estados químicos provocados en el cerebro con las experiencias que ocasionan, ya que invariablemente el carácter del individuo, su «tendencia», actúa de filtro, tal como lo hacen las circunstancias que rodean la ingestión, o sea, el «entorno». Es por eso que, antes que nada, Smith explica cuál era su tendencia y cómo era su entorno al momento de tomar su primera dosis de mezcalina.
Describe su tendencia como la búsqueda del encuentro con Dios y «la Gran Visión», por lo cual su primera vocación fue la de ser ministro de culto o misionero, aunque finalmente optó por la filosofía, la historia y la docencia pues le pareció la mejor manera de «conocer la naturaleza final de las cosas: la estructura más profunda de la realidad y lo que parte de ella para maximizar el potencial humano» (21). Su entorno apoyaba su tendencia pues el proyecto de investigación de Timothy Leary en Harvard cuando Smith entró a formar parte de él, se perfilaba como el primer intento contemporáneo de estudiar científicamente las sustancias psicoactivas de tipo psiquedélico, que es como se les comenzó a llamar en esa época.
El médico Walter Phnke, como parte de su estudio para titularse en Harvard como doctor en religión, realizó en 1962 un experimento que se hizo célebre en aquella época, conocido como «el experimento de Viernes Santo». En el marco de un servicio católico de Viernes Santo, Pahnke administró psilocibina a quince profesores y estudiantes de teología en la Universidad de Boston. Elpsicoactivo se administró a «doble ciego», esto es, que ni él ni sus voluntarios sabían quiénes recibirían psilocibina y quiénes ácido nicótico como placebo para constituir el grupo de control.
Los relatos de cada participante fueron evaluados de manera independiente por tres antiguos profesores de la escuela que se basaron en los nueve rasgos de la experiencia mística que enumeraba Walter Stace en su libro Misticism and Philosophy. Los resultados mostraron que «las personas que recibieron psilocibina experimentaron fenómenos apenas diferenciables, cuando no idénticos, de las categorías definidas por la tipología del misticismo.» (21)
Huston Smith fue precisamente uno de los profesores participantes de este célebre experimento y recibió psilocibina. Este es un resumen de sus vivencias:
El experimento fue muy intenso para mí y dejó un huella permanente en la visión del mundo que experimenté. (Digo «visión del mundo que experimenté» para distinguirlo de cómo pienso y creo que es el mundo.) Desde que puedo recordar he creído en Dios y he experimentado su presencia tanto dentro del mundo como cuando éste quedaba trascendentalmente eclipsado. Pero hasta el experimento de Viernes Santo no había tenido ningún encuentro personal directo con Dios del tipo de los que describen los bhakti yogis, los pentecostales, y los cristianos renacidos. El experimento de Viernes Santo cambió eso, porque el servicio se centró en Dios como encarnado en Cristo.
Para mí el clímax del servicio llegó durante un solo que fue interpretado por una soprano cuya voz (tal como la percibía bajo el prisma de la psilocibina) sólo puedo describir como angelical. Lo que cantó no fue más que un simple himno, pero entró tan profundamente en mi espíritu que los versos de apertura y de cierre quedaron grabados en mi memoria desde entonces.
Mis tiempos están en Tus manos, mi Dios, allí deseo que estén;
mi vida, mis amigos, mi espíritu, a tu cuidado dejo por completo…
Mis tiempos están en Tus manos, en Ti siempre confío,
y después de la muerte a tu derecha siempre estaré.A la luz del día estas líneas nada tienen de particular, pero en el contexto del experimento lo dicen todo. Los tres últimos compases de cada verso ascendían a un acorde de séptima dominante, y concluían resolviéndose en el acorde de tónica. Es la forma más estereotipada que existe de terminar una melodía, pero el contexto la cambió por completo. Mi madre era profesora de música y me infundió una aguda sensibilidad para las resonancias armónicas. Cuando esa herencia musical y mi educación cristiana convergieron en la historia del Viernes Santo bajo el efecto de la psilocibina, la gestalt transformó una progresión musical rutinaria en el regreso al hogar más poderosamente cósmico que he experimentado jamás…
Sabía y había creído firmemente que Dios es amor y que ningún matiz del amor podría faltar en su naturaleza infinita; pero que Dios me amara y yo a él, en la forma concreta en que los seres humanos aman a otras personas, amando más aquello que la otra persona más desea dar y apartando de la vista todo aquello que pueda distraer esa relación sagrada, esa relación con Dios jamás la había tenido… he de decir que en su repercusión coronó las de mis otras epifanías enteógenas. En un tiempo entre unas seis semanas y tres meses (eso creo) realmente era mejor persona, incluso ahora, sigo estando seguro de ello. Pude prolongar hasta cierto punto la conciencia de que la vida era un milagro, cada momento de ella, y que la única forma apropiada de corresponder a ese regalo que habíamos recibido es ser concientes del mismo en cada momento y ser amables con todas las personas que se cruzan por nuestra vida. Para llevar estos sentimientos en tu interior al campus del Massachusetts Institute of Technology se requiere valor. (21)
Todos los experimentos en los que Huston Smith participó o de los que tuvo noticia durante esa época lo llevaron a observar que estadísticamente «parece que entre un cuarto y un tercio de la población general tendría una experiencia religiosa si tomara ciertas drogas en condiciones naturales, es decir, en condiciones en que el investigador apoya a la persona pero no interfiere en el curso que tome la experiencia». Señala también que entre las personas que tienen una fuerte proclividad religiosa, «la proporción de los que tendrían experiencias religiosas se eleva a tres cuartas partes»; y «si los individuos toman las drogas en entornos religiosos, el porcentaje es de nueve entre diez». (21)
A pesar de esto, Smith mantiene sus reservas en cuanto al libre uso de psicoactivos se refiere. Recuerda el viejo dicho taoísta de «Aprende diez cosas, enseña nueve», pues a veces se pregunta si es conveniente «siquiera mencionar los enteógenos en relación con Dios y el Infinito porque, aunque exista una conexión, como es en el caso del Tantra, actualmente es casi imposible hablar de ello en Occidente sin ser mal entendido». Dice que si la única cosa que se pudiera hablar de los enteógenos fuera que «ocasionalmente parecen revelar planos superiores de conciencia y quizá del propio infinito», mejor guardaría silencio, porque aunque tales experiencias puedan ser verídicas, la meta no son las experiencias religiosas sino la vida religiosa. Y en este sentido, «las ‘teofanías’ producidas por la química tanto pueden arruinar una búsqueda como fomentarla». (21)
Precisamente por eso es que Smith se atreve a hablar de los enteógenos y su relación con lo divino, para aclarar, para prevenir, para marcar una y otra vez la orientación, pues como él mismo dice, «no se puede hacer demasiado hincapié» en que las revelaciones, por su naturaleza misma, son efímeras y ya sea que se produzcan por medios químicos o no, es necesario que estén respaldadas por el entorno, la sacralidad y la disciplina que induzca al cambio permanente.
En su debido momento Huston utilizó su extenso bagaje acerca de la historia de las religiones para advertir el peligro que veía cernirse sobre el movimiento contracultural de mediados de los sesenta:
En la India se veneran los estados de conciencia superiores tanto como lo hacen los promotores psicodélicos actuales, pero se insiste en que si han accedido a ellos personas que no están preparadas, sucederá una de estas dos cosas: la persona se hará daño a sí misma o bien el significado de la experiencia se perderá y el encuentro será trivializado. Por lo tanto, o la persona sale perjudicada o se desvirtúa el dharma, y generalmente suelen darse las dos cosas… La incapacidad de integrar la experiencia psicodélica en la vida cotidiana tiene precedentes. En la tradición Ch’an-Zen, los primeros textos tendían a citar el satori como la meta de la enseñanza. Los textos posteriores no. La razón parece clara. Cuando llega el satori por vez primera, su trascendencia es probable que parezca última, la razón de ser de la existencia. Sin embargo, a medida que la vida va pasando uno se da cuenta de que no es así. La rutina se reafirma a sí misma y uno descubre que incluso los que han experimentado poderosos satoris a veces también se comportan mal. Aquí es donde entra la realización a la que cada vez se da más importancia en los textos tardíos. En esos textos el satori ya no es la meta; es el primer obstáculo principal que vencer en la interminable gesta de crear la experiencia de satori en la estructura de la vida cotidiana hasta que ésta adopta una cualidad satórica… (21)

Debido a su credibilidad y su ética profesional, Huston Smith fue invitado a escribir el prólogo de El camino a Eleusis, un libro en el que se exponen los resultados de los trabajos de tres prestigiados investigadores acerca de la manera en que los antiguos griegos utilizaban el kiqueón, una bebida ceremonial presuntamente preparada con el cornezuelo de centeno (precursor de la LSD), dentro de un contexto ritual de carácter iniciático para contactar con la divinidad.
En las páginas de este prólogo Smith aprovecha para formular una serie de excelentes preguntas:
1) «¿Han conspirado el secularismo, el cientificismo, el materialismo y el consumismo moderno para formar un caparazón que la Trascendencia tiene ahora dificultades de atravesar?» Y si la respuesta a esta pregunta es afirmativa, 2) «¿existe la necesidad, quizás una necesidad urgente, de diseñar algo parecido a los misterios eleusinos para salir de la caverna de Platón y ver la luz del día?» Y por último: 3) «¿Se puede hallar un modo de legitimar, como hicieron los griegos, el uso constructivo, otorgador de vida de las drogas enteógenas celestiales e infernales sin agravar nuestro grave problema de la drogadicción?
El profesor Smith no contesta estas importantes cuestiones, simplemente las plantea y las deja abiertas pasando la estafeta a los lectores. Diversos profesionales, básicamente provenientes de los campos de la medicina, la psiquiatría y la psicología, han contestado «sí» a las dos primeras preguntas y sus respectivos trabajos ofrecen brillantes y conclusivas respuestas a la tercera, tal como podrá verse a continuación.
En su número 11, la edición española de la revista Psychologies dedica un dossier de 32 páginas al tema de la espiritualidad y da a conocer entre sus lectores la aparición de una ciencia relativamente nueva, la neurobiología de la espiritualidad, la cual estudia cómo funciona el cerebro cuando está viviendo una experiencia espiritual o mística. Según se afirma en este artículo, los estudiosos de esta ciencia aseguran que «la espiritualidad es un producto del cerebro y se puede provocar»:
Esta ciencia ha estudiado cómo funciona el cerebro cuando se está viviendo una experiencia espiritual o mística. En estos procesos, zonas del cerebro esenciales para la orientación en el tiempo y en el espacio y para la relación con los demás se desactivan. Al privar una zona de toda estimulación externa, debido a una concentración intensa, la persona se queda como anestesiada, lo que induce a esa sensación de disolución espacio-temporal descrita por los místicos.
Mientras unas regiones del cerebro se desactivan, estructuras encargadas de las emociones se activan. Como señala [el neurobiólogo Francisco Jose] Rubla, «quien ha vivido la experiencia mística, estado completamente distinto a la realidad cotidiana, la vive como mucho más real, y eso se debe a que tiene una carga emotiva muy fuerte, pues la parte encargada de las emociones en el cerebro está implicada». (23)
En el artículo se afirma que al igual que hay personas más musicales, inteligentes o hábiles, también las hay más espirituales, pero realmente todos podemos alcanzar una experiencia mística porque: «la espiritualidad es algo inherente al ser humano»; y además ¡es adictiva!
«La gente la ha buscado siempre porque genrea una sensación muy intensa y habitualmente placentera, porque se producen endorfinas, sustancias que surgen en situaciones de estrés, analgésicas y que, además, crean adicción. […] La religión es una cuestión de fe. Se puede considerar a Dios como una proyección des cerebro humano o creer que Dios puso en el cerebro estructuras que premitieran conocerle.» (23)
FUENTES
1. Alpert, Richard et all: LSD, New American Library, USA, 1966.
2. Brennan, Barbara Ann, Manos que curan, Ed. Martínez Roca, Barcelona, España, 1990.
3. Brennan, Barbara Ann, Hágase la luz, Ed. Martínez Roca, Barcelona, España, 1994.
4. Fericgla, José María (comp.): Los enteógenos y la ciencia, Col. Cogniciones, Los libros de la liebre de marzo, Barcelona, 1999.
5. Fernández, Asunción: «Evolución histórica de los usos del LSD«, en Alucinógenos, la experiencia psicodélica, Ediciones en Neurociencias, Barcelona, 1996.
6. Grof, Christina y Stanislav: La tormentosa búsqueda del Ser, Los libros de la liebre de marzo, Barcelona, 1990.
7. Grof, Stanislav: The Realms of the human unconscius: observations from LSD research, Nueva York, Viking Press, 1975.
8. Ott, Jonathan: Pharmacoteon, Natural Products Co., USA, 1996. (Traducido recientemente por La Liebre de Marzo).
9. Piñeiro, Juanjo: Psiconautas, exploradores de la conciencia, La liebre de marzo, Barcelona, 2000.
10. Rodiles, Janine: Una terapia prohibida: Biografía de Salvador Roquet, Planeta, México, 1998.
11. Roquet, Salvador y Pierre Favreau: Los alucinógenos: de la concepción indígena a una nueva psicoterapia, Prisma, México, 1981.
12. Seva Díaz, A: «Investigaciones en torno a la utilización del LSD-25 en la terapéutica de las neurosis obsesivas durante los años sesenta», en Alucinógenos, la experiencia psicodélica, Ediciones en Neurociencias, Barcelona, 1996.
13. Shulgin, Alexander y Ann: PHIKAL, a chemical love story, Transform press,1995, USA.
14. Shulgin, Alexander y Ann: THIKAL, the continuation, Transform press, 1997, USA.
15. Usó, Juan Carlos: «Sobre el uso clínico de psiquedélicos en España», Revista Monográfica El idiota, No. 1, Barcelona, 2000.
16. Usó, Juan Carlos: Spanish trip: La aventura psiquedélica en España. Los libros de la liebre de marzo, España, 2001.
17. Yensen, Richard: «Ayudando desde los límites de la vida: perspectivas de un terapeuta psicodélico» en La conciencia transpersonal, Kairós, España,1998.
18. Yensen, Richard: «Prólogo» de Una terapia prohibida: Biografía de Salvador Roquet. Planeta, México,1998.
19. Yensen, Richard: Hacia una medicina psiquedélica. Los libros de la liebre de marzo, España,1998.
20. «Entrevista con Josep María Fericgla», revista monográfica El idiota, primer número, Barcelona, 2000.
21. Smith, Huston: La percepción divina, Kairós, Barcelona, 2000.
22. Alejandro Jodorowsky: «Lecciones para mutantes», en Psicomagia, Ed. Siruela, Madrid, 2004.
23. Jiménez, Daniel: «Las neuronas de la espiritualidad», Psychologies España, no. 11, diciembre 2005.